miércoles, 30 de mayo de 2012

c a r t a 1

Querida Madre:

Preciso que venga a darme un abrazo. La echo de menos. No se asuste al contemplar de cerca la foto que le envío. Los dibujos en mis brazos se borran. Y la tercera ventana que se ve a la izquierda, contando desde adelante, es mi habitación. Desde donde le hablo. Mirando la estrella que usted me dijo, en donde siempre la encontraría.

Madre, estoy realmente enfermo, y necesito que venga a cuidar de mi y de Joan. La feria no resultó como pensabamos. Madre, aquí es donde me duele. Justo aquí. El señor Donovan desapareció con un dinero que Joan consiguió vendiendo pollos, y encima envió a unos agentes a buscarnos a la calle. No se preocupe madre, somos veloces y astutos, como usted nos pidió al despedirnos.

La necesito. Mamita. Usted conserva tan rubio y tan suave el cabello? Esta mancha en el papel, de ninguna manera es una lagrima. Tiene que ver lo inteligente que es Joan en asuntos de negocios. A veces olvida que es un pillo o un rufian, y hasta una joven hermosa se ha fijado en él. Mami, me duele tanto. Es una herida, llega a tocarla? Tiene que taparmela. Tiene que lograr que ya no sangre. El doctor Lexinten, ha dicho que puede estar infectado. Qué cómo me lo he hecho? Madre, no tiene importancia. Ya soy un hombre, y estos menesteres ocurren en cualquier esquina.
 
Lo cierto es que no se si le dije, ando precisando su abrazo. Un beso caliente de mi madre me curaría el mal. Y yo le prometo, mamita, que ya no robaré ni haré daño a las niñas. Venga Madre, venga a vernos, ya se nos mueren los días.

No nos deje.

No se olvide mamita.

Le mando un cariño, junto con el saludo de Joan, que se quita la chaqueta antes de sentarse en una silla, para impresionarla.

Tu hijo, que muere.

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